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Señor en una ocasión el Salmista oró: «¡Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas! Tú eres para mí la roca que me da refugio; ¡Tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú eres mi más alto escondite! Tú mereces que te alabe porque, cuando te llamo, me libras de mis enemigos.
Padre en medio de nuestras arduas batallas, al igual que el Salmista nosotros reconocemos que tu misericordia y tu cuidado son nuestro escudo, porque Tú escuchas nuestros ruegos y nos brindas tu cuidado.
Gracias en el Nombre de Jesús, Amén.