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Como hijos de Dios, se nos llama a ser pacificadores. Esto se basa en las palabras de Jesucristo registradas en el Sermón del Monte, que se encuentra en el Evangelio según Mateo, capítulo 5. Jesús dijo: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios" ( NVI). Esta bienaventuranza destaca la importancia de promover la paz y la reconciliación en un mundo a menudo marcado por conflictos y divisiones.
